Falsas memorias, reconstrucciones verdaderas. La excusa disparadora es la historia de la representación, alguien que queremos ha muerto y lo evocamos tras la perdida irreparable. A partir de la manipulación de los archivos, de los juegos del corazón y la memoria, se recuerda. Pero la lógica de los archivos es permanentemente enrarecida por lo disímil de los recuerdos.